25 de septiembre de 2014

Saudade.



Lo confieso: soy un punto cardinal
Y no, no soy un punto cardinal cualquiera: soy el Norte.
Y sí, soy el Norte para perderlo, para perderme y para perderte.

Allí me levanto melancólica y me consuelo escuchando el rugido de los bufones secos cuando el temporal se esconde tras estratos curvos que dibujan playas imposibles, tan imposibles que nacen en praderas y dan la espalda a mi mar, ese mar frío que cambia de color como yo de viento.

A medio consolar y vestida de eucalipto, verde sol y verde lluvia, me alimento de nubes blancas y grises que invaden puertos de montaña.

[Nubes para desayunar, nubes para comer y nubes para cenar.]

Tras el empacho de nimbos, merodeo por senderos a la sombra de gigantes hambrientos que me quieren para merendar… y yo, muy lolita y vestida de eucalipto, me dejo devorar.

Después, bien entrada la noche, sueño con millones de estalactitas excéntricas y anárquicas que se me clavan dulcemente y me recuerdan que huelo a tierra húmeda y a manzanas. 

Y al alba respiro tranquila porque, aunque consolada, empachada y devorada, sigo siendo mi Norte.





Lugar: riscos llaniscos.
Cámara: Panasonic.
Ojo: Eduardo Alduán.
Texto: Irene Alduán.

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